Este espacio pretende ser la semilla desde donde surja un nuevo tipo de organización política-digital combativa y artística. Marxlab es un proyecto que busca combinar la capacidad transformadora del marxismo con las artes disruptivas hacktivistas en pos de crear nuevas condiciones subjetivas para la revolución socialista.
Al comenzar a investigar el impacto de las redes sociales en la política y luego la historia del hacktivismo, llegué a unas conclusiones relevantes que desafiaron ideas preconcebidas y que motorizaron realizar algo con esto. A diferencia de otros teóricos del palo, que abordan la propiedad (Kleiner), la sociedad (Castells), la tecnopolítica (Levi) o las ideologías (Gerbaudo), yo tomo como punto de análisis la capacidad organizativa de los fenómenos digitales políticos y sus medios de lucha como forma de evaluar el nivel de conciencia. Esto no implica descartar los otros enfoques, sino que los ordena detrás de este, que es el único que permite el despliegue del materialismo práctico del marxismo.
El hacktivismo, que nació desconectado de la política tradicional de izquierdas fue aprendiendo sobre el ritmo de la expansión capitalista qué organización y qué métodos de lucha eran más eficaces. Aunque dispersos internacionalmente, poseen una capacidad cualitativa cuando se unen bajo principios comunes. Estos han puesto en jaque a gobiernos y han potenciado fenómenos de masas que han terminado con regímenes dictatoriales, como en la Primavera Árabe. La lucha digital es disruptiva en esencia porque su dimensión se enlaza con la lucha política, económica y de clase, pero sin apoyarse en estas es incapaz de cambiar el estado de las cosas.
El momento en el que vivimos también es importante; los tiempos en los que se podía pensar en internet con inocencia han terminado por varios eventos: los Anon, Snowden y los golpes de estado organizados digitalmente han dinamitado al utopismo digital de décadas atrás. La recolección masiva de datos, la vigilancia, la ciberpersecución, la pérdida de victorias de los productores de obras, la distorsión cognitiva que generan las redes, como también su uso para erosionar la democracia burguesa, son un nuevo nivel de opresión digital.
Nunca estuvieron tan evidentes las consecuencias políticas, sociales y ambientales de este capitalismo cimentándose a sí mismo como la Torre de Babel. A su vez, nunca se deterioraron tan rápido las condiciones materiales para establecer el comunismo mundial. La clase trabajadora, en cambio, demuestra alrededor del globo que posee la fuerza para vencer a sus opresores, pero carece del nivel de organización necesario.
El sectarismo y el oportunismo están a la orden del día dentro de nuestra clase y son un freno para crear un polo de reagrupamiento internacional de revolucionarios, como también son un freno en los diversos frentes de lucha donde desorganizan y boicotean la acción unificada. Son los mismos que han arribado a concepciones que los llevan a politizar internet y no hacen más que entorpecer el avance de la conciencia. Internet ya es un espacio político y de lucha, siempre lo fue, aunque muchos marxistas lo ignoraban. Hay que levantar las reivindicaciones políticas del hacktivismo junto con las reivindicaciones políticas de la clase obrera. Esta es la forma de combatir las falsas ideologías y la opresión digital que promueven los capitalistas.
Invito a cualquiera que piense igual a unirse y al que no, a debatir fraternamente. Nadie tiene verdades reveladas y hay que alejarse del que crea eso. Desde que esta entrada tiene vigencia, este es un aporte para la elaboración colectiva del hacktivismo revolucionario.
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